En calidad de ponente, participé en la conferencia titulada “Law & Revolution: Abolition or Prefiguration?”. El objetivo de la conferencia fue profundizar en el papel complejo y controvertido del derecho en el contexto de la política revolucionaria. Se planteó la pregunta pertinente: ¿puede el derecho servir como una prefiguración del futuro al que aspiramos o es su abolición el requisito necesario para su realización? La conferencia se llevó a cabo en el Instituto Universitario Europeo en Florencia, Italia.
En mi intervención, sugerí que la exploración del poder por parte de Foucault revela una normatividad implícita en prácticas como el masoquismo, visto como una forma de “contraconducta”. En lugar de basarse en principios universales, esta normatividad emerge a través de prácticas arraigadas que negocian continuamente roles y límites. El sadomasoquismo (SM) ejemplifica esto al dramatizar estructuras jerárquicas, solo para desestabilizarlas mediante inversiones consensuadas de roles. Esta dinámica resuena en los espacios activistas, donde las desigualdades de poder son activamente desafiadas y reimaginadas. Aquí, la política trasciende las grandes ideologías, enfocándose en el reconocimiento mutuo, los acuerdos éticos y el arte de vivir. El SM demuestra que los sujetos no son pasivos bajo la dominación; más bien, poseen la capacidad de transformar las estructuras de poder mediante actos performativos y transformadores.
Insistí en que el masoquismo, tal como lo conceptualiza Foucault, puede ofrecer un mayor potencial emancipador en comparación con formas tradicionales de resistencia como la desobediencia civil. Mientras que la desobediencia civil opera dentro de marcos legales, con el objetivo de reformar o impugnar leyes, el masoquismo como contraconducta existe fuera de la ley. Su propósito no es la reforma legal, sino la resistencia ética y política contra comportamientos normativos impuestos por las estructuras sociales. La contraconducta cuestiona las prácticas, los sistemas de conocimiento y las relaciones de poder que definen lo posible en un contexto dado. Se despliega en esferas culturales, espirituales y personales, influyendo en formas de vida más allá de las restricciones legales. En escenarios donde los sistemas opresivos hacen que los marcos legales sean ineficaces, la contraconducta revela una forma de resistencia más profunda y radical, esencial para la supervivencia y la transformación.